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El Maestro y el Discípulo
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El Yôga es una tradición iniciática. Esto supone de alguien que nos inicie en la senda del autoconocimiento. Y aquí aparece la figura del maestro.

 

Hablar de maestro en términos sánscritos es hablar de Gurú. Este vocablo significa “de peso” o “influyente” y se refiere a alguien cuyo consejo es significativo.
Si tratamos de ir más profundo, la palabra se divide en “GU” que significa oscuridad y “RU” que significa disipar. Se refiere a aquel que disipa la oscuridad del discípulo y es capaz de guiar a otros.

 

El verdadero maestro no se proclama a sí mismo Gurú ni siquiera ve la diferencia entre él y los demás e incluso está libre de la idea de que es un ser iluminado.

 

A su vez el discípulo idóneo no debe acercarse al maestro con expectativas erróneas. Ser un discípulo idóneo implica cumplir un contrato sagrado entre el Gurú y su pupilo, lo que implica por ambas partes compromisos y obligaciones.

 

Entonces tal como el discípulo debe ser cauteloso en su elección, el gurú también exigirá de su discípulo virtuosas cualidades para su iniciación.

 

Se sabe igualmente que los grandes maestros mostraron siempre una gran compasión y tolerancia hacia sus discípulos aún estando por debajo de lo que exige ser un discípulo.

 

El discípulo no busca al maestro y el maestro no busca al discípulo, sólo se encuentran cuando están listos para acompañarse en el camino que conduce a la sabiduría. Pero no hay sendero espiritual sin esta guía, que nos irá ayudando a disipar la ceguera y a cambiar definitivamente el mundo interior del discípulo.

 

(Párrafos extraídos de Georg Feuerstein Libro Yôga)