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El Yôga en la vida
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Solemos venerar a maestros iluminados como si sus estados de conciencia estuvieran fuera de nuestro alcance.

 

Creemos que es una capacidad que tienen sólo algunos elegidos. Pensamos que la ignorancia es el destino de la mayoría de los seres humanos y que no es fácil salir de ella en una sola existencia.

 

La mayoría de los métodos de Yôga conducen al más allá, al espíritu y finalmente, fuera de la vida. Sin embargo, practicamos yôga en esta vida. ¿Para qué entonces?

 

Me permito sentir y compartir las palabras de Sri Aurobindo, un gran maestro que, a diferencia de tantos otros, entendió el Yôga plasmado en la tierra y en esta vida: “El mundo creado no es un error, ni una vanidad ni una ilusión de la que el alma deba liberarse para volver al cielo, sino al contrario, es el escenario de una evolución espiritual que a partir de la inconsciencia material, debe manifestarse progresivamente la conciencia divina en todas las cosas”.

 

Este mensaje nos deja a todos los seres humanos en igualdad de condiciones para expandir la conciencia ya que sólo se trata de poner intención en la vida diaria y consagrar cada momento que vivimos sin estar esperando la liberación para alcanzar así la supuesta iluminación. La luz está en nosotros y sólo tendremos que develarla en cada hecho que vivamos.

 

Maestros como estos nos dan confianza para profundizar en la práctica y nos alertan de que no existen grandes asuntos para la conciencia y otros intrascendentes, sino que la vida material podrá ser completamente iluminada en cada acción, dependiendo de la presencia que coloquemos.
Eso es Yôga en la vida, iluminar la tierra.